Casi nunca sabemos que escribir... solo nos sentamos a pensar en la vida, en la dicha y desdicha, y así... vamos creando un cuento que no sabemos como acabará, solo escribimos, quizás, para acordarnos de ese primer café, o de la primera noche donde cantaste bajo la luz de la luna; tal vez de tu infancia con las rodillas raspadas y los regaños de tu madre cuando llegabas llorando y solo querías un abrazo, el día en que peleaste con tu profe porque te encontró un cuaderno que en vez de la tarea, estaba lleno de fantasías, cuando te diste tu primer beso y hasta cuando te rompieron el corazón por primera vez... el skate,el vino y el poker... y hasta el libro que empezaste a escribir y hasta ahora, no has pasado de la primera página... El mundo es una historia... la vida es un reto; nunca estamos preparados para enfrentarlo, no hay una guía que venga con ellos, ni un ejemplo que haga entenderlo, solo llega y cada persona debe aprender, gozar, llorar, superar...y así, ir creando su propia historia, quizás, para cuando sientas que es demasiado tarde, leas eso... y recuerdes, que casi nunca sabemos que escribir, pero siempre terminamos haciendo un cuento.
l.k
Ojo de poeta.
Mirando desde la tierra húmeda, el ojo de poeta roza con sus raíces los troncos mohosos hospedados en los bosques antioqueños. Acariciando sigilosamente a su enemigo, comienza su peligrosa y estética táctica para reinarlos, las verdes ramas que salen de sus extremos se alargan invadiendo el cuerpo troncoso de los árboles como una manta color montaña separada por las ramas de aquel moribundo colega. En la inmensidad se puede observar aquella majestuosa belleza que desgarra por dentro las hojas y deja tambaleándose a las mariposas intrusas con sus esporas mortales mientras que; por fuera, viste de hermosura la silenciosa muerte. Ana M.
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