Las palabras a veces son como pequeños seres que se escabullen sobre el papel blanco, que le gritan y le escupen a uno en la cara y luego se esconden. Pequeños seres que poco a poco lo arrastran a uno hacia el vértigo, ese vértigo que se abre más allá de la razón. Escribir es el sabor a sangre que queda en la boca después de que las palabras le han pegado a uno un puño en la nariz.
BanAnaM

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