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Mostrando las entradas de abril, 2020
los atardeceres sienten nostalgia cuando se acerca su final,incendian las nubes anunciando la llegada de la luna a los corazones ansiosos que se deleitan con su intensidad y la mezcla entre lo bello y lo triste crea emociones y sensaciones.Los colores intensos van muriendo y el silencio anuncia que se acerca la noche. sus ojos son cristales que reflejan el sentir de cada historia narrada en medio de las confesiones y del viejo amor que aún duele, tanto como su último mensaje.  creemos y creamos, en la intensidad del momento que abrió el portal de lo desconocido, guiandonos a lo excitante de cada plan que concluyamos siempre con un abrazo. te veo gentil e inocente, divagando ya en tus pensamientos y recuerdos dejándome imaginarlos para entender tus demonios. Ana M. 

Blanca Rosa

Quisiera seguir caminando de tu lado, en los jardines que me regalaste imaginariamente. Te siento presente en cada pétalo de todas las flores que ahora adornan mi balcón y mi vida. Llevas en tu nombre la representación del amor y acompañas la paz como las palomas en su símbolo; Blanca Rosa, cortada por ángeles con tanta sutileza; que ahora tus raíces yacen en su reino, adornando los jardines de la eterna primavera.  Lucías siempre tan radiante; tus labios rojos, el cabello siempre organizado; y dar gracias a Dios ante todas las cosas. Tus cabellos teñidos de blanco con pinceles de sabiduría dejan en mí sus líneas, ya las veo. vieja rosa, ya espero el mes de abril para verte.  Se forman nubes grises dispuestas a hacer su labor; en nuestras ventanas escurren ríos de agua divina enviadas desde arriba. Gris intimidante jugando a hacernos fuertes en medio de su caos, ¿acaso lloras, vieja rosa? No te preocupes, los domingos todavía son días de fiesta y los hijos de tus nietos mencionan tu no

tenias que pasar tu

Me tenías que pasar tú , para saber qué se sentía no existir, como muchas veces lo grité sin saber asumir las consecuencias, ni siquiera imaginaba la magnitud del peso de aquella inexistencia deseada en medio de la rebeldía de puberta confundida queriendo llamar la atención. Morí, y siempre le temí a la oscuridad, más que a las arañas o los murcielagos; o las palomas, como la fobia que en momentos me parece graciosa que padece mi mejor amiga.  No conocí personas que, precisamente no debía conocer, y las opciones no garantizaban un final feliz. Fui la sombra que recorría el pasillo en la noche, como los fantasmas cuando pasan desapercibidos, y entonces, nunca nunca estuvieron ahí. Los pájaros empezaban a cantar y las luces se prendían cada tanto como si me estuvieran advirtiendo, la luz quemaba, y Robledo parecía más grande esas mañanas que hervían el pavimento mientras yo buscaba llegar a mi casa, buscaba siempre un medio menos tendioso que un camino a pié lleno de preguntas, abriendo